Antes de elegir un vino, dale la vuelta
Me dirijo a la tienda. Necesito comprar vino. Quiero un vino de categoría para la comida que organizo en casa con mis amigos este fin de semana. La elección puede ser complicada porque oferta en el mercado hay de sobra pero, ¿cómo estar seguro de que estoy eligiendo un vino de calidad? La respuesta es sencilla: que el vino tenga denominación de origen.
Independientemente de si son tintos, rosados, blancos, espumosos, licorosos… las denominaciones de origen otorgan a los vinos que se producen conforme a lo dispuesto en su reglamento un sello, una marca de garantía que indica que ese vino es un vino con D.O. Para que un vino pueda llevar el sello de su denominación y utilizar el nombre de la misma debe cumplir ciertas normas en su producción y elaboración, ser sometido a unos análisis instrumentales y organolépticos. Una vez superados estos procesos es cuando el Consejo Regulador de la D.O. otorga al vino el distintivo que lo diferencia y que le permitirá garantizar que es un vino con denominación de origen.
Para identificarlos en las estanterías de las tiendas y superficies de alimentación, en bares, restaurantes y hoteles e incluso en Internet, lo principal es prestar atención a la etiqueta. Las etiquetas de los vinos, como ocurre con los productos de alimentación, ofrecen la información precisa en relación al producto. En ocasiones podemos encontrar que en la etiqueta se indica que un vino es de un determinado lugar. Sin embargo, eso no garantiza su pertenencia a la D.O. de esa zona. Es importante fijarse en la etiqueta o en la parte posterior de la botella y ver si cuenta con una contraetiqueta o un sello que efectivamente indique que pertenece a una denominación de origen. Uno u otro será el distintivo que certifica su procedencia y pone de manifiesto que ese vino está amparado por la denominación de origen.
Las contraetiquetas van numeradas e incluso algunas denominaciones de origen, para incrementar la seguridad y evitar así posibles falsificaciones o usos no autorizados, han incorporado una banda metálica similar a las que llevan los billetes. Esta es una garantía extra para el consumidor que puede adquirir las botellas de su denominación de origen de vino favoritas con total confianza.
Los colores de las contraetiquetas también ayudan a distinguir un vino con D.O. Las DDOO, a menudo, asignan distintos colores a las contraetiquetas en función del tipo de vino o de su elaboración, para lo que se usan las menciones tradicionales, que expresan características concretas que hacen referencia al método de elaboración o de envejecimiento, al color, al tipo de vino, a la zona geográfica… vinculados a las denominación de origen. Esa diferenciación por colores facilita que el consumidor pueda identificar fácilmente la categoría del vino, ya que ofrece información de forma fácil y visual.
A la hora de comprar un vino es fácil dejarse llevar por etiquetas llamativas y packaging originales, pero si de verdad queremos estar seguros de que lo que consumimos es un vino de calidad contrastada y diferenciada, dale la vuelta y comprueba su etiqueta.