Sensores, drones, Big Data… nuevos compañeros de trabajo en el viñedo
El vino con Denominación de Origen es tradición y un saber hacer contrastada a lo largo del tiempo. Es un producto único que surge gracias a un trabajo minucioso y delicado que comienza con la vendimia y que no finaliza hasta que se descorcha una botella de vino. El proceso es casi un ritual en el que tan importante es qué se hace, como el cómo se hace. Un trabajo prácticamente artesanal, que se produce gracias a manos que conocen los tiempos, las técnicas y procesos y en el que también juega un papel importante, por qué no decirlo, la intuición.
Esta forma de hacer, aunque esté contrastada durante décadas, no deja de ser dinámica y está viviendo en los últimos años una revolución marcada por la llegada de las nuevas tecnologías al viñedo. Y es que el sector del vino es pionero en el uso de nuevas tecnologías y la viticultura está al frente de los importantes avances que se están produciendo en el sector agrario gracias a la utilización de las tecnologías más avanzadas y de la aplicación del Internet de las cosas y del Big Data al viñedo.
A menudo se dice que el vino se hace en el campo y está más que demostrado que el conocimiento del estado del viñedo es fundamental para hacer vino. Hoy por hoy podemos saber cómo se encuentra, sin necesidad de recorrerlo, gracias a los drones, que son los invitados estrella a la fiesta del vino. Actualmente existen empresas que ofrecen estos pequeños aparatos no tripulados capaces de realizar un mapeo por todo el viñedo extrayendo datos del mismo que le permiten ofrecer recomendaciones sobre la poda, necesidad de riego o abono. Evidentemente, seguir in situ la evolución del viñedo es esencial, pero estos drones son un excelente compañero de trabajo en esa labor.
Existen también programas basados en visión artificial que son capaces de detectar y analizar algunos parámetros que determinan la calidad de la uva. Sirviéndose de esos datos y de imágenes es posible compararlas con añadas de otros años. Una información muy útil de cara a realizar previsiones para futuras campañas. Con sensores ubicados a lo largo y ancho del viñedo es posible conocer el grado de humedad o de maduración de la uva. Toda esa información y análisis supone nuevas oportunidades que permitirán, entre otros, organizar mejor el trabajo optimizando al máximo los recursos disponibles.
Sabemos que toda esta tecnología serviría de poco si no existiera el conocimiento verdadero del campo y si la mano del hombre no supiera, con su saber hacer, sacarle el máximo partido al viñedo, de acuerdo al clima y al suelo en el que se arraiga. Aunque nos beneficiemos de las nuevas técnicas que vayan desarrollándose, tocar, mirar y probar seguirá siendo una parte fundamental en la elaboración del vino.