
CUIDAR EL PLANETA ES CUIDAR NUESTROS VINOS
El vino es un producto que lleva consigo un gran sentimiento de origen, ya que está íntimamente relacionado con la tierra en la que se cultiva. Por lo tanto, no resulta difícil comprender que los diferentes factores naturales que lo rodean (el clima, el suelo) afectan directamente a su calidad.
Las condiciones climatológicas y naturales de la tierra, conocidas como terroir, juegan un papel fundamental en la producción de la uva y en, en consecuencia, en la elaboración del vino. Temperatura, viento, radiación, altitud, condiciones del suelo… cualquier alteración en estas variables supone un cambio en la materia prima con la que se hace el producto y, por descontado, en el vino, por lo que es evidente que el cambio climático afecta de manera directa al cultivo del viñedo.
Cada región cuenta con su propio terroir y cada vino tienen una personalidad e identidad únicas y diferentes al resto. Las variaciones climáticas globales generan una gran incertidumbre, dado que estos cambios inciden en las diferentes situaciones climáticas y microclimas en los que se encuentra cada entorno.
Existen multitud de consecuencias, debidas a la alteración climática, que nos preocupan a día de hoy y, afortunadamente, cada vez más: mayor presencia de plagas, dificultades en el proceso de la fotosíntesis, caída prematura de las hojas de la vid…
Una de las consecuencias más notorias del cambio climático sobre el vino es la reducción del proceso de maduración. El aumento de las temperaturas deriva en una madurez más rápida y una mayor cantidad de azúcar en la uva, por lo que la graduación del vino se transforma y cambia completamente su sabor y olor.
Los cambios climatológicos suponen, además, un problema logístico, ya que provocan, entre otras consecuencias, una reducción del proceso de crecimiento de las diferentes variedades. A consecuencia de ello, el timing de los procesos de elaboración sufre un efecto dominó y todo el ciclo de producción del vino se ve afectado.
Sin embargo, aunque nos encontremos en un momento que adolece aún de la necesaria determinación, en relación a la lucha contra el cambio climático, aún no está todo perdido. La concienciación de la sociedad es cada vez mayor. Entre tanto, hay ciertas medidas a medio y largo plazo, muchas de ellas ligadas a prácticas de cultivo y, por tanto, sin necesidad de llevar a cabo grandes inversiones, que pueden tenerse en cuenta para mitigar los efectos del cambio climático. Afortunadamente, cada vez hay más formación y transmisión de conocimiento en este sentido.
La realidad es que vivimos en un mundo que está en constante cambio y tenemos que adaptarnos a él de la manera más respetuosa posible. Y es importante que nos preocupemos por los cambios medioambientales que sufrimos hoy en día para mejorar el estado y la calidad de nuestras tierras y viñedos.
Si queremos seguir disfrutando de un vino D.O. de la mejor calidad, debemos actuar en consecuencia. Conseguir ese reto está en la mano de todos.