D.O. León, un paseo por la historia
En busca de lugares llenos de tradición y sabor, descubrimos una zona en la provincia de León rodeada de caminos y dispuesta a contarnos su larga historia.
Ya en la época romana, cuando el Sur de la provincia era una zona de gran tránsito de viajeros gracias a rutas como La Vía de la Plata y El Camino de Santiago, León demostró ser un pilar económico fundamental.
Debemos remontarnos al siglo X para descubrir que los viñedos ya eran uno de los motores económicos de la región por aquel entonces, donde varios monasterios impulsaron la viticultura de la zona, adquiriendo terrenos para dedicarlos al cultivo de las viñas. La zona sur de León acabaría abasteciendo vino a una parte notable del norte de la Península Ibérica.
Avanzando en la historia, concretamente en el año 1985, un grupo de Cooperativas y Bodegas pertenecientes a la zona Valdevimbre inició el camino para formar una Asociación Profesional de viticultores, elaboradores y embotelladores. El propósito fundamental de esta entidad sería lograr la Denominación de Origen para los vinos que allí producían.
Esta tierra destaca por sus bodegas-cuevas rupestres, en cuyo interior nos encontramos hermosas galerías que gozan de un microclima excelente. Y este microclima es el que permite la perfecta elaboración de una gran cantidad de vinos, entre los que se encuentra su célebre vino de aguja.
Los viñedos de la D.O. León disfrutan de una merecida fama gracias a múltiples factores, entre los que destacan su variedad autóctona “Prieto Picudo” para elaboraciones de rosados y tintos y su “Albarín” para blancos. Sin duda, estos nombres propios hacen de su tierra una zona vitivinícola incomparable en el mundo entero.
Una vez que la D.O. León fue concedida en julio de 2007, su principal objetivo pasó a ser la apreciación por parte de los consumidores del esfuerzo y la dedicación invertidos en sus vinos. La calidad de estos vinos es fruto de un cuidado y control exquisitos durante todo el proceso, desde que la vid toca el suelo hasta que se comercializa el producto final.
Una copa de la Denominación de Origen León es capaz de hacernos viajar a través de la tradición vitivinícola de la región, transportarnos a una época ancestral contorneada por interminables caminos y cargada de nombres propios, que hacen eco de esta tierra única.